Nuevas asignaturas en el currículum escolar
Como los chilenos no hacemos las cosas a tiempo porque atrasadas y con apuro resultan más apasionantes, el Ministerio de Educación ofició a sus Seremis el 5 de diciembre, que deberían instruir a los establecimientos educacionales de las respectivas regiones que, a contar de marzo, tendrán que implementar dos nuevas asignaturas. Así, con celeridad funcionaria, la segunda quincena de diciembre cada Seremi ofició a los establecimientos públicos y privados que deberán implementar las asignaturas de “Lengua y Cultura de Pueblos Originarios Ancestrales”, de 1° a 6° básico y “Sector de Lengua Indígena” en 7° y 8°, si es que tienen un 20% de alumnos de ascendencia Mapuche, Quechua, Rapa Nui o Aymara. Si el porcentaje es menor, basta un solo alumno de las etnias Lickanantay, Colla, Diaguita, Yagán y Kawésqar, también deberán dictarlas.
Primero comentemos la forma. ¿Sabrán las supremas autoridades educacionales que, a fines de diciembre, las escuelas y colegios ya tienen armado el complejo puzle de horarios y docentes para el año próximo? ¿Intuirán lo difícil que habrá de ser “mover” horarios, cursos y profesores para cubrir esta ocurrente iniciativa? Siguiendo con cosas prácticas ¿los niños seguirán teniendo la misma cantidad de horas de clases? ¿Aumentarán? ¿Se reducirá las horas de otras asignaturas? Y ¿de dónde sacarán los establecimientos docentes suficientes para impartir estas nuevas asignaturas?
Omitiendo estos aspectos prácticos tan pedestres y molestosos analicemos más el fondo del asunto. En teoría suena bonito estudiar comprender y valorar las diversas culturas originarias del país. Pero como la mayoría nunca ha hecho clases habría que recordarles que miles llegan a 4° básico sin saber leer con suficiente habilidad. Y que la comprensión lectora es la peor en la OCDE (últimos en un estudio). Por ello ¿es oportuno introducir a nuestros niños en el estudio si sabemos que el 87% no entiende lo que lee?
Entonces estamos nuevamente ante una iniciativa curricular bien inspirada pero sin contacto alguno con la realidad. No sacamos nada con intentar enseñar un idioma nuevo si el niño todavía no logra manejar suficientemente el materno. Estos esfuerzos culturales ideológicamente inspirados serían mucho mejor enfocados si se les destinara solucionando problemas mucho más prioritarios.
Por eso me temo ante este particular surrealismo curricular una vez más regresemos a la antigua práctica: “Se acata pero no se cumple”.
Juan Carlos Pérez De La Maza