Franco Caballero Vásquez considera tirar su celular al río
Me falta un poquito más de voluntad, una cuota más de gracia para tomar el celular y tirarlo al Piduco. Me falta aún más voluntad, una gran cuota de coraje para tomar mi celular y el de mi hijo e ir a tirarlos los dos al río Claro. Yo lo sé, nunca duermo mejor como cuando paso las últimas horas leyendo un libro, ojalá algo liviano que además entusiasme y me den ganas de que llegue esa hora.
Si tuviera más energía podría acostarme a escribir como lo hacía de niño, anotando todo lo acontecido durante el día, ahora solo me basta con registrar en el habituario lo que hice en la jornada. Pero no, sigo aquí avanzando por la vida tal y cual como ella quiere, aunque no como a mí me gustaría.
Es que lo que “yo” quiero es una reflexión siempre atingente, ya que aquello que quiero se enfrenta con lo que realmente quiero, y eso es una distinción muy grande, extendida por la —cada vez más— energía común que embriaga mi deseo de la atmósfera de lo público. Distinguible en nuestros tiempos en lo “políticamente correcto” que se ha llevado hasta el humor.
Y si bien la dualidad entre aquello que me hace ser parte de la sociedad, como cuestión política y que adecúa mi modo de ser, se contrasta con mi profunda voluntad personal, con el «conatus» de Spinoza en cuanto a interés real por constituir mi existencia, desarrollar mi aura particular para entenderme como una singularidad.
Esta condición que tenemos por descubrir cuáles son nuestros verdaderos anhelos, desapegados de toda moral u mainstream global, es un acto de verdadera liberación para conducirnos por una intuición propia en un mundo que produce normas de formas hegemónicas.
No edites tu alma según la moda,
Ir a tirar el celular al río claramente sería algo mucho más radical que sencillamente desligarme de la moda conductual, intelectual o sensorial de nuestros tiempos. ¿Cómo sería volver a los inicios de la cibernética y decir “me voy a conectar” en vez
de ser parte del 76% dependiente del celular (nomophobia estudio)?
Vuelvo a sentir el llamado,
solo que hoy en día es mucho más radical,
más difícil, pero
a diferencia de mis 21 no siento ningún temor por lo que me pueda convertir, más bien siento entusiasmo, alegría, sobre todo decir.