En las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos, los principales contendientes, Kamala Harris y Donald Trump, enfrentan una reñida competencia. La lucha por cada estado y cada voto se ha intensificado, y aunque cada candidato busca una victoria clara, existe la posibilidad de que el resultado final termine en un empate. Con 538 votos en el Colegio Electoral, se necesita una mayoría de 270 votos para ganar, pero el sistema permite la posibilidad de un empate técnico con 269 votos. Si este empate ocurriera, la Enmienda 12 de la Constitución de EE.UU. define el mecanismo para elegir al presidente en estos casos: una elección contingente realizada por la recién elegida Cámara de Representantes. Este proceso tendría lugar el 6 de enero, durante la sesión conjunta del nuevo Congreso, que se elige en paralelo a la presidencia. En esta votación, cada estado cuenta con un voto, sin importar su tamaño poblacional. Esto significa que estados de baja población como Wyoming tienen el mismo peso que los grandes estados como California, lo cual genera controversia. Para definir al presidente se requiere una mayoría simple de 26 estados. En paralelo, el Senado seleccionaría al vicepresidente en una votación aparte. Este escenario, aunque improbable en tiempos modernos, ya ha ocurrido en la historia estadounidense en 1800 y 1824. En la actualidad, hay siete estados clave donde las encuestas aún no ofrecen una inclinación clara hacia ninguno de los candidatos: Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin. Estos estados, que suman 93 votos electorales, podrían ser el factor decisivo. Finalmente, diversos análisis, como el del sitio web 270toWin, han planteado posibles combinaciones de victorias estatales que podrían llevar a un empate en el Colegio Electoral. En algunos de estos escenarios, Trump necesitaría triunfos en estados como Pensilvania y Georgia, mientras Harris podría ganar en Arizona, Carolina del Norte y otros estados disputados. Aunque improbable, el empate sigue siendo una posibilidad que podría colocar la decisión final en manos del Congreso.
Este lunes, la vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump realizaron sus últimos eventos de campaña en los estados que serán decisivos en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Mientras Harris llamó a la unidad y al cambio, Trump intensificó sus ataques, con discursos que incluyeron acusaciones sin evidencia de fraude electoral por parte del Partido Demócrata. Trump visitó tres estados clave — Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia — en un intento por consolidar el apoyo de su base en territorios que serán cruciales para su victoria. Su discurso, marcado por una retórica violenta y ofensiva hacia su oponente y el partido rival, incluyó comentarios sobre su derrota en 2020 y una controversia sobre las máquinas de votación. El exmandatario afirmó, sin pruebas, que los demócratas estánintentando robar esta maldita elección, lo que generó reacciones de preocupación en círculos políticos y en medios nacionales. Por su parte, Harris optó por una campaña de contacto directo con los votantes en Michigan, uno de los estados más disputados. En un discurso ante votantes en una barbería y un restaurante de comida local, la vicepresidenta evitó mencionar a Trump, enfocándose en cambio en su visión de un nuevo comienzo para el país. Harris también buscó ganarse el apoyo de la influyente comunidad árabe-estadounidense de Michigan, prometiendo acciones concretas para contribuir a la paz en Gaza, un tema de alta sensibilidad en esa región. Ante esto, los esfuerzos de última hora por atraer a votantes árabes y musulmanes han sido una prioridad para ambos candidatos. Trump, en un evento reciente en Georgia, señaló que Harris no obtendría buenos resultados entre este grupo, haciendo alusión a la colaboración de la excongresista republicana Liz Cheney con la campaña de la vicepresidenta. Este último día de campaña refleja la profunda división en el país, con ambos candidatos representando visiones opuestas para el futuro de Estados Unidos. Mientras los estadounidenses se preparan para votar, los analistas coinciden en que esta elección será una de las más reñidas y polarizadas en la historia reciente.
Con solo dos semanas para la cita electoral del 5 de noviembre de 2024, Kamala Harris y Donald Trump compiten por ocupar la Casa Blanca en una carrera que mantiene en vilo a los estadounidenses. Según los últimos datos de encuestas nacionales recopilados por ABC News/538, Harris cuenta con el 48% de apoyo, mientras que Trump le sigue de cerca con un 46%. Aunque Harris tiene una ligera ventaja, esta diferencia de dos puntos se considera un empate técnico. Ante esto, el retiro de Joe Biden de la contienda presidencial en julio para respaldar la candidatura de Harris transformó el escenario político, colocando a la actual vicepresidenta como la principal figura del Partido Demócrata. A su lado, Tim Walz, gobernador de Minnesota, completa la fórmula demócrata. Del otro lado, Trump, que busca un segundo mandato, ha elegido al senador JD Vance de Ohio como su compañero de fórmula. Asimismo, el panorama electoral es incierto, ya que la elección presidencial en EE.UU. no se define por el voto popular, sino por el Colegio Electoral. Con 538 votos electorales en juego, el candidato que logre al menos 270 asegurará la presidencia. Sin embargo, la clave está en los llamadosestados péndulo, como Georgia, Arizona, Pensilvania y Michigan, donde el apoyo de los votantes varía entre elecciones. Estos siete estados, que suman 93 votos electorales, serán decisivos para determinar quién ganará la contienda. Finalmente, a pesar de haber tenido un solo debate en el que Harris fue vista como la ganadora por un 63% de los espectadores según una encuesta de SSRS para CNN, la carrera sigue muy ajustada. Con un margen tan estrecho, la elección sigue siendo impredecible y podría depender de pequeños movimientos en estos estados clave.
Al menos 11 personas han perdido la vida a raíz del huracán Milton, que arrasó el centro de Florida el miércoles por la noche, generando tornados mortales y severas inundaciones en su trayectoria. Aunque se temía que la tormenta causara estragos catastróficos, el impacto fue menos devastador de lo esperado, especialmente en la costa oeste del estado. Ante esto, el gobernador Ron DeSantis informó que, a pesar de las condiciones adversas, la inmersión marina no fue tan significativa como en el caso del huracán Helene, que azotó la región hace apenas dos semanas. Milton, que llegó a la costa como un huracán de categoría 3, comenzó a debilitarse mientras avanzaba hacia el interior del estado, aunque su paso dejó a muchas comunidades lidiando con cortes de energía y daños severos. Finalmente, DeSantis se comunicó con el presidente Joe Biden para coordinar la respuesta federal ante la emergencia, recordando que Milton había sido advertido como un potencial desastre histórico. A medida que las autoridades trabajan en la recuperación, se espera que los esfuerzos de limpieza y ayuda continúen en las próximas semanas.
El huracán Milton ha bajado a categoría uno este jueves tras tocar tierra en Florida como una tormenta de categoría 3, dejando a su paso al menos dos muertos y una emergencia continua. Con vientos máximos sostenidos de 144 kilómetros por hora (90 millas por hora), el ciclón se mueve rumbo al Atlántico, pero las autoridades advierten que la amenaza persiste debido a la intensa lluvia que ha causado inundaciones y deslizamientos. Ante esto, el Centro Nacional de Huracanes (NHC) informó que Milton se debilitó en la madrugada del jueves, desplazándose al este-noreste a aproximadamente 25 kilómetros por hora (16 millas por hora). Las devastadoras consecuencias del huracán son evidentes, especialmente en la Bahía de Tampa, donde se han reportado daños significativos. Trágicamente, el Departamento del Alguacil del condado de St. Lucie confirmómúltiples muertos por un tornado relacionado con el ciclón en una comunidad de jubilados. Además, 2,6 millones de clientes en Florida se encuentran sin electricidad, con los condados de Pinellas, Manatee y Hillsborough como los más afectados. Finalmente, las interrupciones en el suministro de agua y las alertas por inundaciones siguen activas, mientras las autoridades instan a la población a mantenerse alerta ante el peligro que persiste tras el paso de Milton.
En las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos, los principales contendientes, Kamala Harris y Donald Trump, enfrentan una reñida competencia. La lucha por cada estado y cada voto se ha intensificado, y aunque cada candidato busca una victoria clara, existe la posibilidad de que el resultado final termine en un empate. Con 538 votos en el Colegio Electoral, se necesita una mayoría de 270 votos para ganar, pero el sistema permite la posibilidad de un empate técnico con 269 votos. Si este empate ocurriera, la Enmienda 12 de la Constitución de EE.UU. define el mecanismo para elegir al presidente en estos casos: una elección contingente realizada por la recién elegida Cámara de Representantes. Este proceso tendría lugar el 6 de enero, durante la sesión conjunta del nuevo Congreso, que se elige en paralelo a la presidencia. En esta votación, cada estado cuenta con un voto, sin importar su tamaño poblacional. Esto significa que estados de baja población como Wyoming tienen el mismo peso que los grandes estados como California, lo cual genera controversia. Para definir al presidente se requiere una mayoría simple de 26 estados. En paralelo, el Senado seleccionaría al vicepresidente en una votación aparte. Este escenario, aunque improbable en tiempos modernos, ya ha ocurrido en la historia estadounidense en 1800 y 1824. En la actualidad, hay siete estados clave donde las encuestas aún no ofrecen una inclinación clara hacia ninguno de los candidatos: Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin. Estos estados, que suman 93 votos electorales, podrían ser el factor decisivo. Finalmente, diversos análisis, como el del sitio web 270toWin, han planteado posibles combinaciones de victorias estatales que podrían llevar a un empate en el Colegio Electoral. En algunos de estos escenarios, Trump necesitaría triunfos en estados como Pensilvania y Georgia, mientras Harris podría ganar en Arizona, Carolina del Norte y otros estados disputados. Aunque improbable, el empate sigue siendo una posibilidad que podría colocar la decisión final en manos del Congreso.
Este lunes, la vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump realizaron sus últimos eventos de campaña en los estados que serán decisivos en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Mientras Harris llamó a la unidad y al cambio, Trump intensificó sus ataques, con discursos que incluyeron acusaciones sin evidencia de fraude electoral por parte del Partido Demócrata. Trump visitó tres estados clave — Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia — en un intento por consolidar el apoyo de su base en territorios que serán cruciales para su victoria. Su discurso, marcado por una retórica violenta y ofensiva hacia su oponente y el partido rival, incluyó comentarios sobre su derrota en 2020 y una controversia sobre las máquinas de votación. El exmandatario afirmó, sin pruebas, que los demócratas estánintentando robar esta maldita elección, lo que generó reacciones de preocupación en círculos políticos y en medios nacionales. Por su parte, Harris optó por una campaña de contacto directo con los votantes en Michigan, uno de los estados más disputados. En un discurso ante votantes en una barbería y un restaurante de comida local, la vicepresidenta evitó mencionar a Trump, enfocándose en cambio en su visión de un nuevo comienzo para el país. Harris también buscó ganarse el apoyo de la influyente comunidad árabe-estadounidense de Michigan, prometiendo acciones concretas para contribuir a la paz en Gaza, un tema de alta sensibilidad en esa región. Ante esto, los esfuerzos de última hora por atraer a votantes árabes y musulmanes han sido una prioridad para ambos candidatos. Trump, en un evento reciente en Georgia, señaló que Harris no obtendría buenos resultados entre este grupo, haciendo alusión a la colaboración de la excongresista republicana Liz Cheney con la campaña de la vicepresidenta. Este último día de campaña refleja la profunda división en el país, con ambos candidatos representando visiones opuestas para el futuro de Estados Unidos. Mientras los estadounidenses se preparan para votar, los analistas coinciden en que esta elección será una de las más reñidas y polarizadas en la historia reciente.
Con solo dos semanas para la cita electoral del 5 de noviembre de 2024, Kamala Harris y Donald Trump compiten por ocupar la Casa Blanca en una carrera que mantiene en vilo a los estadounidenses. Según los últimos datos de encuestas nacionales recopilados por ABC News/538, Harris cuenta con el 48% de apoyo, mientras que Trump le sigue de cerca con un 46%. Aunque Harris tiene una ligera ventaja, esta diferencia de dos puntos se considera un empate técnico. Ante esto, el retiro de Joe Biden de la contienda presidencial en julio para respaldar la candidatura de Harris transformó el escenario político, colocando a la actual vicepresidenta como la principal figura del Partido Demócrata. A su lado, Tim Walz, gobernador de Minnesota, completa la fórmula demócrata. Del otro lado, Trump, que busca un segundo mandato, ha elegido al senador JD Vance de Ohio como su compañero de fórmula. Asimismo, el panorama electoral es incierto, ya que la elección presidencial en EE.UU. no se define por el voto popular, sino por el Colegio Electoral. Con 538 votos electorales en juego, el candidato que logre al menos 270 asegurará la presidencia. Sin embargo, la clave está en los llamadosestados péndulo, como Georgia, Arizona, Pensilvania y Michigan, donde el apoyo de los votantes varía entre elecciones. Estos siete estados, que suman 93 votos electorales, serán decisivos para determinar quién ganará la contienda. Finalmente, a pesar de haber tenido un solo debate en el que Harris fue vista como la ganadora por un 63% de los espectadores según una encuesta de SSRS para CNN, la carrera sigue muy ajustada. Con un margen tan estrecho, la elección sigue siendo impredecible y podría depender de pequeños movimientos en estos estados clave.
Al menos 11 personas han perdido la vida a raíz del huracán Milton, que arrasó el centro de Florida el miércoles por la noche, generando tornados mortales y severas inundaciones en su trayectoria. Aunque se temía que la tormenta causara estragos catastróficos, el impacto fue menos devastador de lo esperado, especialmente en la costa oeste del estado. Ante esto, el gobernador Ron DeSantis informó que, a pesar de las condiciones adversas, la inmersión marina no fue tan significativa como en el caso del huracán Helene, que azotó la región hace apenas dos semanas. Milton, que llegó a la costa como un huracán de categoría 3, comenzó a debilitarse mientras avanzaba hacia el interior del estado, aunque su paso dejó a muchas comunidades lidiando con cortes de energía y daños severos. Finalmente, DeSantis se comunicó con el presidente Joe Biden para coordinar la respuesta federal ante la emergencia, recordando que Milton había sido advertido como un potencial desastre histórico. A medida que las autoridades trabajan en la recuperación, se espera que los esfuerzos de limpieza y ayuda continúen en las próximas semanas.
El huracán Milton ha bajado a categoría uno este jueves tras tocar tierra en Florida como una tormenta de categoría 3, dejando a su paso al menos dos muertos y una emergencia continua. Con vientos máximos sostenidos de 144 kilómetros por hora (90 millas por hora), el ciclón se mueve rumbo al Atlántico, pero las autoridades advierten que la amenaza persiste debido a la intensa lluvia que ha causado inundaciones y deslizamientos. Ante esto, el Centro Nacional de Huracanes (NHC) informó que Milton se debilitó en la madrugada del jueves, desplazándose al este-noreste a aproximadamente 25 kilómetros por hora (16 millas por hora). Las devastadoras consecuencias del huracán son evidentes, especialmente en la Bahía de Tampa, donde se han reportado daños significativos. Trágicamente, el Departamento del Alguacil del condado de St. Lucie confirmómúltiples muertos por un tornado relacionado con el ciclón en una comunidad de jubilados. Además, 2,6 millones de clientes en Florida se encuentran sin electricidad, con los condados de Pinellas, Manatee y Hillsborough como los más afectados. Finalmente, las interrupciones en el suministro de agua y las alertas por inundaciones siguen activas, mientras las autoridades instan a la población a mantenerse alerta ante el peligro que persiste tras el paso de Milton.