El mundo de las letras despide con pesar a Mario Vargas Llosa, el reconocido escritor peruano y Premio Nobel de Literatura, cuya muerte marca el fin de una era Con su partida, desaparece el último gran representante del llamado Boom Latinoamericano, ese fenómeno editorial y cultural que en la segunda mitad del siglo XX llevó a escritores de la región al centro del escenario literario mundial. Vargas Llosa fue el más longevo de los autores de este movimiento, pero también el más polémico. Su trayectoria estuvo marcada no solo por una prolífica producción literaria, sino también por gestos que desafiaron la imagen tradicional del intelectual latinoamericano. El episodio más recordado en ese sentido —y aún envuelto en misterio— es el célebre puñetazo que le propinó a Gabriel García Márquez, símbolo del quiebre de una amistad que alguna vez encarnó la hermandad del Boom. Literariamente, fue un verdadero artesano de las palabras. Su estilo, audaz y experimental en obras como La ciudad y los perros o Conversación en La Catedral, se caracterizó por la fragmentación narrativa, los saltos temporales y una visión crítica de las instituciones autoritarias. Influenciado por autores como Faulkner, Sartre y Flaubert, Vargas Llosa desarrolló un realismo complejo, que no busca representar la realidad de forma transparente, sino tensar el lenguaje para convertir la novela en una herramienta de desmontaje del poder. Esa obsesión con las formas del poder —el caudillismo, el totalitarismo, la manipulación ideológica— atraviesa gran parte de su obra. En ella, la historia es escenario de conflictos morales y la ficción, una forma de desarmar discursos políticos que prometen redención. Quizás por eso, incluso desde la controversia, sus libros siguen generando debate: porque dialogan con las heridas abiertas de América Latina y con las ilusiones que aún la recorren. Con su muerte se va un Nobel. Se cierra un ciclo. Pero también se abre otro: el de la relectura, el debate, la reinvención. Vargas Llosa, contradictorio y fascinante, no se irá del todo. Cada vez que alguien abra uno de sus libros, se estará haciendo una pregunta esencial: ¿cuánto hemos cambiado? ¿Y cuánto no? Por Christian Troncoso Castillo Fuente: Diario Talca Crónica
El mundo de las letras despide con pesar a Mario Vargas Llosa, el reconocido escritor peruano y Premio Nobel de Literatura, cuya muerte marca el fin de una era Con su partida, desaparece el último gran representante del llamado Boom Latinoamericano, ese fenómeno editorial y cultural que en la segunda mitad del siglo XX llevó a escritores de la región al centro del escenario literario mundial. Vargas Llosa fue el más longevo de los autores de este movimiento, pero también el más polémico. Su trayectoria estuvo marcada no solo por una prolífica producción literaria, sino también por gestos que desafiaron la imagen tradicional del intelectual latinoamericano. El episodio más recordado en ese sentido —y aún envuelto en misterio— es el célebre puñetazo que le propinó a Gabriel García Márquez, símbolo del quiebre de una amistad que alguna vez encarnó la hermandad del Boom. Literariamente, fue un verdadero artesano de las palabras. Su estilo, audaz y experimental en obras como La ciudad y los perros o Conversación en La Catedral, se caracterizó por la fragmentación narrativa, los saltos temporales y una visión crítica de las instituciones autoritarias. Influenciado por autores como Faulkner, Sartre y Flaubert, Vargas Llosa desarrolló un realismo complejo, que no busca representar la realidad de forma transparente, sino tensar el lenguaje para convertir la novela en una herramienta de desmontaje del poder. Esa obsesión con las formas del poder —el caudillismo, el totalitarismo, la manipulación ideológica— atraviesa gran parte de su obra. En ella, la historia es escenario de conflictos morales y la ficción, una forma de desarmar discursos políticos que prometen redención. Quizás por eso, incluso desde la controversia, sus libros siguen generando debate: porque dialogan con las heridas abiertas de América Latina y con las ilusiones que aún la recorren. Con su muerte se va un Nobel. Se cierra un ciclo. Pero también se abre otro: el de la relectura, el debate, la reinvención. Vargas Llosa, contradictorio y fascinante, no se irá del todo. Cada vez que alguien abra uno de sus libros, se estará haciendo una pregunta esencial: ¿cuánto hemos cambiado? ¿Y cuánto no? Por Christian Troncoso Castillo Fuente: Diario Talca Crónica