El ritmo acelerado del mundo
En numerosas ocasiones he comentado que, cada tanto, el devenir mundial nos pone en una suerte de esquina en la que el rumbo de la humanidad puede virar hacia uno u otro lado. Advertir esas ocasiones nos permite asumir un rol de espectador consciente, informado y prevenido de lo que ocurre. Sin embargo, como la mayoría de nosotros somos nada más que telón de fondo y mera comparsa en dicho devenir, carecemos de voto, ni siquiera de voz, en la obra que se representa allá afuera. Eso es lo que apuntaba la semana pasada, cuando yo decía que, por encima de nuestros polémicas y pequeños asuntos, el mundo está experimentando fuertes cambios que poco tienen que ver con tal o cual precandidato o a quien culpar por el apagón. Es un golpe al ego advertir que el mundo gira independientemente de nuestra voluntad.
Si analizamos desapasionadamente los acontecimientos internacionales de los últimos dos o tres años, percibimos claramente que nos encontramos ante una de esas esquinasque señalaba más arriba. Un momento de relevancia histórica tal, que la configuración del mundo, la distribución de fuerzas y el carácter del poder puede cambiar tan profundamente, que el mundo resultante en una década o dos,nos será irreconocible.
Igual cosa con gigantescos grupos de interés, fundamentalismos religiosos, agendas culturales, ycolectivos medioambientalistas,todos transnacionales,
merman y estrechan las orgullosas soberanías nacionales.
Los indicios del cambio son evidentes: La incertidumbre en torno a la economía global y al intercambio comercial son una señal elocuente. El aislacionismo autárquico
Hoy estamos frente a una transformación en la distribución del poder a nivel global y
"La irrupción de actores no estatales," "megacorporaciones más poderosas"